VIVÍ EL CÁNCER DE MAMAS
Por Feña
El cáncer es una enfermedad bien maldita, cuando avisa bien es porque generalmente está  muy avanzada.
Vivirla es un duelo, sin duda muere una persona, nace una nueva, mucho más fuerte, con otra mirada del mundo. Pero para llegar a eso pasas por muchas etapas. Recuerdo que en mi caso, al enterarme del diagnóstico,  mi primera emoción fue rabia. Rabia conmigo porque sentí  que me cuidaba y me conocía muy poco,  cómo no me dí el tiempo de examinarme, lo que me llevó  a tener quizás por cuántos meses un tumor que llegó  a crecer al porte de un huevo de gallina, todo sin darme cuenta.
Rabia con los profesionales de mi ciudad, que a mi primera consulta médica,  luego de sentir esta pelota en la axila bañándome después de hacer ejercicio, me dijeron  que era » un pelo encarnado».
Rabia por  quedarme con la visión de un solo profesional.
Fueron meses después,  en una consulta por otra situación, que pregunté  nuevamente y tomaron en serio esta pelota en la axila.
De todas maneras el proceso no se hizo como se espera, se operó  antes de la quimio, se trató  hasta la biopsia post operatoria como un tumor benigno.
Posteriormente miedo, en esa etapa en que sabes que estás enferma pero no sabes bien el estado del cáncer. Donde se hace inminente la posibilidad de poder morir pronto.
Luego vino el shock, comenzar a conocer un mundo totalmente ajeno, de trámites y burocracia, de tomar decisiones encima como si quería  ser mamá después del cáncer,  ya que tenía que congelar óvulos previo a los tratamientos, y luego llegaron los tratamientos.
Siento que todo ese proceso lo viví  como un caballo de carrera, con la fuerza que me daba el ser joven y el querer vivir.
Luego vino, en el proceso largo de los tratamientos , el amor. Amor por la vida, valorar los detalles que antes eran cosas cotidianas invisibles, como tener pelo, poder ir a trabajar, que sea un día sin novedades. Amor por las personas que te quieren acompañar en el proceso, como la familia, amigos, gente del camino de la vida que se acercó con mucho cariño,  como mi marido que en ese minuto, era mi pololo hace tan solo dos meses, y decidió  acompañarme como si hubiera sido mi partner de toda la vida. Amor en la sonoridad de querer contar mi experiencia y apoyar a mujeres que comenzaron a vivir lo mismo.
Cada una de esas etapas  siempre vivirán  en mí,  es inevitable,  pero sin duda el amor es la que he tomado como actitud en esta nueva oportunidad de vida.
Feña.
2. ACOMPAÑÉ EN ESTE DIFICIL PROCESO
Por Vicky

Estar al servicio de quien lo necesite, pero especialmente de las mujeres en cada una de sus etapas ha marcado mi vida fuertemente.

El otro día cuando me preguntaron si había acompañado alguna vez a alguna mujeres con cáncer de mama, no pude evitar pensar en mi querida amiga y compañera Gissela Palacios, mujer, madre, compañera y sobreviviente de cáncer de mama.

Esta grandiosa mujer fue mi compañera de primer instructorado de yoga (Kundalini yoga) que hice en Agni Yoga Chile, ella tenía un par de años más que yo, nos hicimos re amigas, vivía cerca, tenía un tremendo sentido del humor y nos la pasábamos riendo de las leseras y romper las reglas jajaja. Durante ese periodo nos contó la noticia más hermosa de la vida, donde esperaba a su segundo hijo Amaro, todos festejamos, ella también, se venía un baby en la comunidad y su segundo hijo con su amado Andrés.

Aún recuerdo, cuando me comentó un día preocupada que había algo que la estaba poniendo alerta, tenía su control y pronto sabríamos qué pasaba. La emoción nos atravesó el corazón, nuestra amiga tenía cáncer de mama por segunda vez, y además, esperando a su bebé. Hicimos cadenas de mantras, la llenamos de mimos, pero nunca nunca dejaré de admirar su fortaleza. Supo teñir de color su tristeza, eligió transformar el dolor, la enfermedad e inventó miles de turbantes y formas de mantenerse radiante, aunque quizás no lo sabía, pero ella ya lo era, es un ser hermoso, no necesitaba nada más que ser ella misma.

Estaba en su tratamiento y algo imperdible para ella eran también sus módulos de yoga (muy matea siempre, mi amiga de los cuadernos). Llegó el momento de hacer la práctica y decidí acompañarla en su aventura, hacer un curso y clases para mujeres con cáncer de mama de la CLC y FALP. Ahí estaba ella, transformando cada parte de su miedo, dolor, tristeza, en amor, sabiduría y compañerismo. Transformó su vida y la de tod@s.

La Gisse se sanó sanando, tuvo a su Amaro, pequeño milagro y fue capaz de transformar la vida de muchas mujeres en esos espacios de tiempo en los que nos reuníamos. Yo simplemente estuve desde atrás, quizás sosteniendo desde lo sutil, quizás simplemente estando, observando y aprendiendo de la GRANDEZA de una Mujer.

Ella sigue actualmente apoyando a mujeres con cáncer, armando grupos de apoyo de Yoga y Sanación en YoyaSana (@yogasanacontigo).

Las mujeres somos grandes, valerosas y muy corajudas, observo la historia de todas y cada día me convenzo más de nuestra cercanía con lo divino.

Gracias amiga, transformando tu vida, transformaste la mía y la de muchas 🙂

Vicky

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